Sin despedidas

Y resulta que ahora a mi si me gustan las despedidas, eso de irse de un lugar y no ver para atrás, porque esperas volver. 

Y pasa el tiempo, cortas el cordón umbilical, cargas con el guayabo de que las cosas no mejoraron, sino todo lo contrario. 

Logras vender, y tienes que lidiar entonces con las fotos de lo que dejaste para organizar la venta, que te cambien tiempo, sueños y ganas por dinero.

Y me hace reir el del medio, Ricky, mientras baila y se adapta tan rapidamente al futuro. 

Yo me pregunto si quienes se van de un lugar lo hacen deseando volver, y cómo se sienten cuando los planes de otros, impuestos sobre la mayoría, impiden que el boleto de vuelta tenga uso.

¿Así se habrán sentidos mis padres?

Y secuestran a uno, a otra, a la tía y al papá del amigo, y escuchas el cuento de la clínica, sin termómetro, con fallas de aire acondicionado y con la cafetería quemada. 

Mientras te dicen que si algo que se puede hacer en 2017, para que insistes que pase en 2016, ¿cuál es el apuro

Estoy en esos dias, a punto de cerrar el libro, pero todavía repasando las páginas que recuerdo haber escrito. Cuyo final no fue el que intentamos escribir. 

Mi nuevo libro es mejor, y mantiene mucha de la esencia del previo. 



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