Tres recomendaciones a estudiantes de intercambio


Recuerdo muy bien mi año de intercambio estudiantil. El paso previo al viaje de 10 meses fue hacer algunos exámenes, y luego invertir un fin de semana de talleres que tocaban temas de drogas, relaciones sexuales y, lo que más me gustó, la reunión con aquellos que ya habían pasado por la experiencia. 


Luego de mi regreso yo formaría parte de ese grupo de jóvenes que habiendo pasado por lo mismo, aclaraban los temores de padres e hijos.


La primera pregunta que nos hacían era: ¿qué expectativas tienen?


La mayoría decía cosas como:


.- Quiero tener un hermano o hermana de mi edad y que además sean "cool". O, ni de vaina un hermano nerd. 


.- Que mis padres de intercambio no me pongan muchas restricciones.

 

.- Un buen colegio y lugar para vivir.


Luego de escuchar las intervenciones, de 5 a 8 personas,

se lanzaba la primera recomendación, la bomba de: 

"La mejor recomendación que les podemos dar es que no se planteen expectativas, que vayan abiertos a disfrutar de la experiencia. Esas expectativas al ser seguramente diferentes de la realidad pueden arruinar el proceso de intercambio". 


"Aprovechen la oportunidad de aprender un nuevo idioma, conocer otra cultura y dejar una marca de ustedes, sus familias y el país."


La segunda recomendación es que como todo proceso tiene sus diferentes etapas, una primera de adaptación que puede tomar de 2 a 4 meses. En este momento uno está enfocado en aprender, defenderse y desenvolverse lo antes posible en el nuevo idioma. Es una etapa que va desde agosto hasta mediados de diciembre. 


Luego de que logras entender a las personas, ya más relajado, aunque no te comunicas perfectamente, te sientas y preguntas ¿en qué me metí? Es navidad, quiero mi hallaca, mis amigos, familia, quiero regresar, ya yo entiendo bien. El frío y los días cortos de luz no ayudan mucho.


Son unos días duros, pero luego de superados, entras en la etapa final, donde entiendes que todo invierno llega a su final, poder disfrutar de la primavera, los cambios de temperatura, estaciones y colores, la nieve. 


Por último, no hay edad para hacerlo, para vivir la experiencia, porque uno nunca debe dejar de aprender, de conocer, comparar, de soltar algunas cosas para poder tomar otras.


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