Hay días




Hay días distintos, que rompen con nuestra rutina, en los que la luz falla, vuelve a fallar y sorprende una vez más. En esos momentos he descubierto que me siento más vivo, somos capaces de lograr muchas cosas en condiciones más adversas.

Cuando algo afecta a un colectivo, el problema afecta a muchos y el interés termina siendo el mismo, nada puede evitar que personas organizadas terminen alcanzando la solución que mejor se adapte a sus necesidades y deseos.

La comunicación fluye, la preocupación nos hace ver cosas que antes no lograban ser percibidas, se comienza a valorar lo que siempre se ha dado por seguro. Conocemos entonces los nombres de vecinos que eran antes simples caras que se encontraban en pasillos.

Estas son sólo unas líneas que dedico a mis tres días y noches carentes de luz por la Electricidad de Caracas, a mis vecinos y edificios cercanos que pasaron por lo mismo. Tres fases que fueron cayendo cada noche, afectando a algunos apartamentos primero y luego a otros, apagando bombas y alejando el agua de nuestras vidas.

Pero la historia ya la había visto hace unos días, otros actores, circunstancias y ambiente.

Mujeres reclamando viviendas, 20 para ser exactos, a las afueras de La Casona, casa presidencial en Venezuela, donde el actual Presidente no reside.

Había ido a almorzar cerca del lugar, al salir me encontré con la sorpresa de una protesta que había incomunicado a 100 familias de la urbanización Santa Cecilia. El culpable para las víctimas no era el Presidente. Para mi sería muy cuesta arriba en Venezuela, cuando reclamas algo que quieres obtener, señalar al Presidente como culpable, es aceptar que no quieres tanto lo que pides. Esa parte de su estrategia, así lo veo, la perdoné.

Lo que no puedo perdonar es que afecten a 100 familias, en un lugar donde en realidad no vive el Presidente, por tercera vez este año, siendo la segunda la noche anterior.

Como tampoco perdono que venezolanos entremos en conflicto entre nosotros mismos por incidentes de este tipo, cuando son muchas más las cosas que nos unen.

La solución, una tranca en la autopista de los vecinos de Santa Cecilia, para que los encargados de negociar y prestar atención a las mujeres que pedían vivienda, hicieran algo.

El problema, que esto se convierta en un medio para conseguir cosas, y sigamos afectando a ciudadanos que no tienen realmente la culpa de lo que pasa, que no prometieron nada y terminan pagando penitencia.

Advierto que se debe evitar pertenecer a una comunidad completamente atomizada, en busca de un supuesto fin común, pero con intereses ocultos muy distintos. Los intereses, bien identificados, son la clave para esa solución final. Dos casos más que documento, uno al parecer muy distinto al otro, pero con un mismo comienzo, personas organizadas y al parecer un interés común.

Dashiell López

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Abreu y Dudamel en TED

¿Kanye tendrá razón?

Imprimir factura del IVSS