Tu sonrisa y simpatía necesita llegarle a más gente
Entre 1995 y 1996 estuve como estudiante de intercambio en un pequeño pueblo llamado Ashland, en Pensilvania, Estados Unidos. Recuerdo que llegaba diariamente a revisar la correspondencia, y mi cara de felicidad cada vez que recibía algo. Ya para diciembre de 1996 daría mis primeros pasos con el Internet y el correo electrónico. Yo quisiera tener la oportunidad, desde la comodidad de mi celular, de revisar Facebook o Instagram de los años 70, 80 y 90, para dar una mirada a imágenes, comentarios y escritos de mis padres. Eso lo podrán hacer nuestros hijos, cada vez más nuestros días están siendo documentados, en una biblioteca pública. Si mi generación quiere dar una mirada a los últimos 30 años del siglo pasado, nos queda la revisión de cartas, correspondencia física, fotos impresas y desde mediados de los noventa los correos electrónicos y fotos en la nube. Estas líneas van para nuestro hijo mayor, el noble, educado y cariñoso Sebastián o Sebas. Porque aunque ahora no parezcas