Limitaciones supuestas, parte III: la respuesta


Aquí va la tan esperada respuesta al truco de la tarjeta de presentación.
  1. Tome una tarjeta de presentación y dóblela a lo largo por la mitad. Empezando en el borde doblado, recorte una serie de ranuras a 3 milímetros de distancia una de la otra, llegando hasta aproximadamente un centímetro del lado opuesto.
  2. De vuelta a la tarjeta, para que quede con los bordes abiertos frente a usted. Entre las ranuras anteriores, corte otras ranuras en dirección opuesta, deteniéndose a aproximadamente un centímetro del otro lado.
  3. Meta las tijeras por el doblez, evitando cortar la primera ranura. Corte a lo largo del borde doblado, deteniéndose en la última ranura y teniendo cuidado de dejar aproximadamente un centímetro del doblez intacto de cada lado.
  4. Desdoble la tarjeta con cuidado, abriendo las ranuras lo más posible, y pase la cabeza por el aro.
Debo señalar que esto lo tomo del libro de Ken Blanchard, Autoliderazgo y el ejecutivo al minuto.

Para aquellos que pensaron que era posible lograrlo porque se trataba de la cabeza de un alfiler, o una tarjeta de presentación enorme, entre otras cosas, esas son exactamente limitaciones supuestas.

Debemos entrenar a nuestra mente a que todo es posible, eso abre la puerta de las oportunidades.

Cuando se encierra a una pulga en un recipiente, al saltar se dan cuenta de que comienzan a pegarse con la tapa, con el tiempo aprenden a que es mejor saltar hasta cierta altura y evitar los golpes.

Si luego retiramos la tapa, la pulga seguirá saltando a la misma altura y no logrará salir nunca de su encierro.

Somos lo que pensamos y enviamos a los demás, pero esa es otra historia que merece su propio escrito.

Dashiell López

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