Paz

Hay batallas que se enfrentan sin armas, guerras en las que somos espectadores del milagro de la vida.

La madrugada del domingo 17 de junio comencé a escribir esto. Ese día naciste, recuerdo haber pensado que me tocó correr el peor maratón de mi vida y eran tu mamá y tú quienes lo estaban viviendo.

Era el día del padre, yo quería contarte que estaba seguro de tus ganas de vivir, limpio de miedos, temores y los paradigmas que nos acomplejan a quienes vamos sumando años en el calendario.

Ya tus abuelos habían demostrado que para surgir a veces es necesario realizar sacrificios, distanciarse de la familia y empezar desde cero, pura actitud, así como tú desde que naciste.

En los días siguientes tuvimos que conformarnos con verte dos veces al día y plástico de separación. Jamás me hubiera imaginado acariciando plástico, tratando de transmitir la confianza que por supuesto te sobraba. Estaba seguro que cada vez que nos tocaba despedirnos, Angel tomaba su turno hasta nuestra próxima visita.

Naciste acompañado y plenamente protegido. Yo entiendo que me querías sorprender para el día del padre, pero para la próxima lo podemos discutir previamente.

En esos veinte días la única pregunta que no quería escuchar era, "y hasta cuándo". Perdí la paciencia, pudimos cargarte y la recuperé. Quería llorar, te veía resistiendo y soporté. El concepto de pequeño gigante cobro todo sentido.

Hay que pasar por esto para recordar que estamos rodeados y bendecidos por la gente que estuvo pendiente. Por los doctores, Carlos Bermudez, Tito Ardila, Henry Olavarria, Sol y todas las enfermeras que estaban pendientes de ti.

Por los papás de la terapia infantil que diariamente compartimos la espera para visitar, los avances de cualquiera, las alegrías de quien lograba ir a casa.

Dicen que el estacionamiento de la Metropolitana es horrible, nosotros en cambio nos convertimos en especialistas para conseguir puesto rapidamente.

Sebastián, tu hermano mayor, veía tus fotos y quería conocerte en persona. Escuchaba en el carro "here comes the sun", "allí viene el sol", para agarrar fuerzas. La música seguía con "baje a la tierra en un pincel por ti, imperdonable, que yo no me parezca a él, ni a él ni a nadie".

Y así superamos los días hasta que llegó la información más esperada, "el sábado Ricky se va a la casa". Incluso en ese momento fui paciente, llegó el día, llegaste a la casa y la sensación de paz fue inmensa.

Esto es para ti, para agradecerte, recordar y que tu recuerdes que eres capaz de todo, que los límites los ponemos nosotros mismos.

Que naciste luchando para darnos paz, eres grande.

A la familia, la que estaba en la distancia, la que durmió en casa para cuidarnos, la que siempre está allí.

A los amigos, los de siempre y los que aparecen justo cuando más los necesitamos. A España por ganar la Eurocopa.

A este escrito le faltan líneas, porque Germán, un vecino de la terapia sigue allí, mejorando cada día, demostrando que las ganas de vivir ofrecen resultados. Para Germán y para ti mis respetos, admiración y ganas de llenarme de un pedacito de sus fuerzas.

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