Chicago 2013

Vuelvo a Chicago, dos años después, ya con más experiencia y unos cientos de kilómetros adicionales. Si algo aprendí es a mantener las cosas más simples, menos kilómetros y mayor calidad en cada sesión.

Volver a recorrer la distancia de 42 kilómetros, luego de la suspensión de Nueva York el año pasado, es un alivio, una nueva oportunidad. Somos miles de corredores con nuestras metas y sueños, compitiendo contra nosotros mismos, nuestros cuerpos y mentes, empujando el límite de lo que estamos hechos.

Este año tengo muy claro porque corro, lo hago por mi esposa, después de comenzar a correr sufrió una lesión en la cadera y ya tiene meses en su recuperación. Estoy seguro de que pronto estará bien, y más allá del susto y las preocupaciones, todo pasará. Algunos kilómetros se los dedicaré a nuestro segundo hijo, Ricardo, que al nacer prematuro nos demostró la fuerza de creer para ver, esto lo tengo pendiente del año pasado.

Cuando pise el asfalto el domingo 13 de octubre estaré representando a mi familia, a la gente con la que entreno y a mi país, Venezuela, a ustedes los que me han acompañado en estos meses de entrenamiento y sacrificios. 

En esta oportunidad hasta amplié mi ritual, me traje cosas de Sebas, Ricky y Ana, sin que ellos supieran, y las llevaré conmigo durante todo el recorrido, de alguna forma quiero sentirlos a cada paso. 

Tengo en mente la mejor recomendación que me han dado: "no hay maratones buenos o malos, hay kilómetros buenos y otros malos, pero todos hay que vivirlos intensamente, son parte del proceso y la experiencia".

He tenido abandonado este blog, como siento que tenemos abandonado al país, porque parece que esperamos que pase algo que solucione todo sin que estemos haciendo algo porque ocurra, pero esa ya es otra historia de la que tenemos que hablar.

Me despido, por ahora, desde el kilómetro cero de este nuevo recorrido.











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