Que angustia, que nervios, que desesperación

Me asusté al saber que no los tenía conmigo,

ya era tarde y sabía que debía esperar al día siguiente,

intenté no prestarle demasiada atención,

dolía saber que los había abandonado.


Yo pensaba simplemente salir al día siguiente,

con la libertad de no escuchar nada,

la naturaleza en su pleno encanto y despertar,

pero tuve que seder a la tentación.


Entonces la miré y le pedí que compartiera los suyos,

ella no lo dudó ni un momento, me señaló la mesa de noche, allí los encontré,

Los tomé y coloqué junto al resto de accesorios que me acompañan cada mañana.


Me desperté y seguí mi rutina,

escuché ya ni recuerdo que,

regresé y sali a su encuentro,

sólo para ver el espacio vacío.


La llamé, le pedí que buscara, todo era muy extraño, 

dejé pasar los minutos, intentando que no me afectara.

A media mañana fui al carro, nada,

Volví nuevamente más tarde, nada,

un golpe en mi cintura al cerrar la puerta iluminó mi mente, 

había recordado el frío que sentí la tarde anterior, me obligó a usar mi chaqueta de oficina, 

y en sus bolsillos mis Airpods me esperaban. 


Paz




Dashiell López 
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