El pasaporte provisional, primera parte

Esta es la historia de un buen amigo, que debido a un viaje que tiene planeado para agosto de este año y a la falta de impresión del pasaporte de su hijo, cuyos datos fueron tomados hace tres meses, tuvo que ir hasta la Plaza Caracas a sacar un pasaporte provisional. En este lugar está el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME).

Se despertó a las 5 de la mañana, junto a su esposa e hijo de nueve meses, y otro combo de padres con su hija en la misma situación, se montaron en un taxi para comenzar la travesía. Por supuesto, un taxi amplio que tenía las dos sillas de bebés listas para recibirlos.

Llegaron al lugar de la batalla, a las 6am, lo primero fue ubicarse en la cola correcta, para posteriormente alquilar cuatro sillas por Bs.F. 2 cada una. Es interesante observar toda la oferta de servicios alrededor de la posibilidad de obtener una cédula, un pasaporte y cualquier documento que nos identifique, aunque sea por un momento.

Un jugo de naranja, un café, una vecina que se siente sola e insiste en conversar y una pregunta que evidencia que en realidad no estaban en la cola correcta, primer movimiento del batallón.

En este momento, la cola es más reducida y, me cuenta que, es mucho más fácil identificar a todo aquel vivo venezolano que se quiere colear, dos mujeres intentan pasar adelante pero son frustradas sus intenciones. Mientras otro señor, revisa la basura, encuentra el café tirado de alguien y termina su contenido.

Entran por la izquierda, que con este gobierno debería ser un paso importante, pero al ir con bebés tienen coches y al momento de pasar por el cuenta personas son regañados por una funcionaria.
Se distraen y una de las mujeres logra colearse.

Lo logran, ya son las 7:30am, y esperan sentados a ser llamados a subir al famoso piso tres. Las personas de la tercera edad, mujeres embarazadas y con bebés pueden usar el ascensor, los demás suben piso por piso.

Pasan divididos con la promesa del encuentro cercano en el tercer piso; los hombres llegan antes y hacen la primera cola que se encuentran, alguien sale y explica que ama a las personas de la tercera edad, uno de los protagonistas pregunta sobre el pasaporte provisional y lo mandan para otro lado, del mismo piso.

Ya están casi listos, llegan las esposas con los niños, hay pocas personas en espera, pero un cartel señala claramente que para el trámite es necesario entregar los documentos en la planta baja, cosa que no habían hecho. Es decir, quienes estaban allí ya habían entregado una semana antes los documentos y habían sido llamados para recoger el tan esperado pasaporte provisional. Entender lo anterior, da comienzo a la bajada de esa nube, ahora la planta baja es el objetivo.

Este es sólo el comienzo, faltan las historias en el metro, la búsqueda de un centro de comunicaciones, la entrada sorpresiva de Florentino Primera y la compra de chocolates y chupetas para alimentar el clientelismo del que somos víctimas en latinoamérica.

Dashiell López


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