Historias de una Isla (1)
Es poco probable esperar que luego de que un país tenga en un
período de 26 años, 14 presidentes, las cosas vayan a salir bien. Para poner lo
anterior en contexto, me refiero a la situación de Cuba entre los años 1933 y
1959.
En ese espacio de tiempo lo normal hubiera sido tener, con un
período presidencial de 4 años, alrededor de 7 presidentes, suponiendo que
ninguno haya tenido la posibilidad de reelección.
Las cosas cambiaban tan rápidamente como la tasa de cambio en
Venezuela en estos días, algunos ejemplos de las fechas en que hubo cambio de Presidente
Provisional/Interino:
· Alberto Herrera y Franchi, 12 al 13 de agosto de 1933
· Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, 13 de agosto al 5 de
septiembre de 1933
· Ramón Grau San Martín, 10 de septiembre de 1933 al 15 de enero de
1934
· Carlos Hevia, 15 de enero al 18 de enero de 1934
· Manuel Márquez Sterling, 18 de enero de 1934
· Carlos Mendieta, 18 de enero al 11 de diciembre de 1935
La lista sigue y estoy seguro de que ya ustedes entienden la idea.
Un personaje para destacar en este período es Fulgencio Batista, líder de la
Sublevación de los Sargentos que derrocó a Carlos Manuel de Céspedes y Quesada,
que luego haría lo mismo con Ramón Grau San Martín, además de las presiones que
ejerció para que hubiera “renuncias”, por las buenas, antes de que fueran sacados
del poder por las malas.
Batista llegó a ser Presidente de Cuba entre el 10 de octubre de
1940 y octubre de 1944. Para volver al poder luego de un golpe militar y
permanecer entre el 10 de marzo de 1952 y el 1 de enero de 1959.
Si vamos a contar lo que sucedía en la isla antes de 1959, hay que
señalar que a pesar de los problemas sociales que existían, producto de los
errores u horrores políticos, el país vivía una de sus mejores épocas desde el
punto de vista económico. El peso cubano tenía una valoración positiva frente
al dólar norteamericano, y se realizaban obras de infraestructura de gran
relieve. Sin embargo, el ambiente social estaba caldeado por la represión del
régimen batistiano contra los grupos insurgentes que se habían enquistado en
las montañas de oriente y los grupos que funcionaban en la clandestinidad y que
apoyaban a los que se encontraban en dichas montañas.
En fin, se había creado el caldo de cultivo, necesario, para que
los jóvenes lucharan por un ideal democrático que se les había vendido por los
insurgentes. El fenómeno cubano era percibido en el continente como un desafío
a las dictaduras latinoamericanas, que buscaban la reivindicación de los
pueblos oprimidos por el capitalismo.
A pesar de todos estos hechos, había educación gratis, a todos los
niveles, y Cuba gozaba de las mejores universidades de esa época en América
Latina.
La insurrección se mantenía viva por el apoyo mayoritario de la
población, tanto por los humildes como por las clases vivas del país, la
iglesia católica y su jerarquía. Se desarrollaron diferentes grupos de
resistencia en la clandestinidad, desde las escuelas de educación media, clase
obrera, profesionales y de las universidades… (Continuará)
Néstor y Dashiell López
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